In Memoriam - David Watkins
¿Hay algo, de verdad de la buena, que el chocolate no pueda arreglar?… me preguntaba una compañera hace un montón de años, poniendo los ojos en blanco, totalmente entregada al dulce…
Me gusta recordarte esto porque, a menudo, un lunes cualquiera o un miércoles, la vida te trae un momento triste y de pronto se te cae el mundo encima.
Me gusta recordármelo a mí misma también, porque a pesar de que mi literatura se base en el pensamiento positivo, en la #resiliencia total y en el optimismo, yo también me pongo triste a veces.
¿CUÁNDO FUE...?
En algún pasaje de tu vida, grabaste a fuego la enseñanza de que vivir es cansado, peligroso y está lleno de fracasos.
A ver cómo haces ahora para desmontar eso…
Porque no es cierto.
El cansancio te dice que no eres del todo feliz con lo que haces y que estaría bien reírse un poco más.
El miedo te cuenta que no te valoras lo suficiente, y que sería estupendo emplear algunas horas en hacer recuento de todos los motivos por los que eres digno de amor, irrepetible y necesario para el mundo.
El fracaso te cierra caminos que no eran para ti, para que dejes de gastar minutos en lo que no te apasiona y cojas por los cuernos al toro de tus sueños más auténticos.
OJALÁ
… nos vayamos a la cama como niños esperando la Navidad: impacientes por despertarnos mañana, por jugar con quien sea todo el santo día, por reírnos a carcajadas a la menor oportunidad, por creer que somos capaces de tocar el cielo con los dedos.
Y ojalá aprendamos, de una vez, que el tiempo vuela, que se pasa, que se va, y que hay que hacer, HOY, hasta lo imposible para ser felices.
Y encontrar, saborear y agradecer los delicados gestos de la vida.
Si estamos atentos, una palabra, una sorpresa chiquitina como una hormiga, un detalle fugaz… pueden convertirse en esas fresas con chocolate que nos arreglen el día y nos pinten una sonrisa en los labios.
Muerde esas fresas.
Mantén la ilusión.
Sueña.
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